El viernes por la tarde me llamó Matty, una amiga que conocí hace casi dos años, y lo que me dijo, que los perros no tenían permitido entrar al salón y menos subir a las gradas, me hizo saber que sus casi 50 perros estaban en peligro de morir ahogados si ocurría una inundación. En efecto, esa noche, después de medianoche se inundó el lugar.
En Panamá ha habido inundaciones horribles en estos días, y muchas áreas del país están en estado de alerta. Gente y animales están sufriendo las consecuencias de un tiempo inclemente, que probablemente se mezcla con la desidia del ser humano en cuanto a cuidar su planeta. Pero ese tema no es mío, así que no me toca desarrollarlo ni sabría cómo. Baste para mí con que yo trate de pertenecer al creciente número de personas que no comparten esa desidia.
Mi tema es Matty y sus perros.
Matty y sus perros llevaban 5 años viviendo en un área de campo donde se juega béisbol. El área está cerca del “mall” de Albrook. Hay una estructura grande y techada, de cemento, soportada por pilares, que tiene algunos cuartos. A un lado de la estructura hay unas gradas para que la gente vea los partidos. Por el lugar pasa una quebrada y del otro lado de la quebrada, que es un terreno bajo, está el van de Matty ya que no puede tenerlo en el campo de juego. De todas maneras, hace tiempo que no funciona.
El marido de Matty, Roberto, vivió con ellos hasta que murió hace casi dos años. Dos años hará el 3 de enero de 2009. Unos días antes de que Matty perdiera a su marido, el señor Jaime y yo la conocimos. Fuimos a rescatar a un perrito que el señor Jaime había visto en la calle, y terminamos siendo guiados por esta perrita adonde una señora con un grupo numeroso de perros, a todos los cuales considera sus hijos.
Matty sola no iba a poder alimentar a sus perros así que la comenzamos a ayudar. Yo pienso que Dios nos puso en su camino, y sí pienso que era para que la ayudáramos, como tal vez algunos otros no la iban a ayudar por no entender de qué se trata Matty con tanto perro. A mí no me importaba de qué se tratara Matty, sólo sabía que ella y sus perros necesitaban ayuda y mucha y quise dársela. Estoy segurísima que muchas otras personas hubieran reaccionado igual que yo, pero esas personas no estaban en el camino de Matty en esos momentos, así que me tocó a mí.
Y digo a mí porque yo tenía que encargarme de que los perros de Matty tuvieran comida todos los días, y posteriormente que sus perros recibieran asistencia veterinaria. De todas maneras, mi ayuda no ha sido la única que Matty ha recibido, claro está. A los meses de conocer a Matty conocí a Sagrario que me ayudó a continuar apoyando a Matty, que es nuestra amiga, y todavía la apoya. El señor Jaime siempre ha apoyado a Matty con sus perros, una ayuda que siempre ha sido vital. Para cuando Jaime y yo conocimos a Matty, Spay Panama ya le había operado gratis sus perros para que no tuvieran cachorros, lo que también significó una gran y vital ayuda dadas las circunstancias actuales en este mundo. Una amiga de Matty, Gloria, cuando podía le llevaba una bolsa o más de comida a los perros. Otra amiga de vez en cuando le regalaba shampoos para los perros y otros artículos necesarios. Spay Panama cuando podía le mandaba medicina. Una señora le regaló un buen televisor a Matty luego de que Matty perdiera el suyo en una inundación. O sea, la gente da la mano, eso es indudable. Matty por su lado, aceptaba animalitos que estuvieran pasándolo mal y pudieran pasarlo peor, o morir, si ella no los aceptaba, y les daba guía a otras personas con respecto a esterilizaciones en Spay Panamá, etc., para que pudieran quedarse con sus animales cómodamente.
Matty es una mujer trabajadora pero en el lugar donde está recibía poco pago, máximo $20 por fin de semana, a veces sólo $10. Casi todo lo que le pagaban lo usaba en sus pichichos, como ella los llama, pero no le alcanzaba para alimentarlos correctamente. El restante lo usaba para comer algo ella (que es de poco comer), y para comprar productos de limpieza y mantener el lugar limpio y sin olor.
Matty en efecto lograba mantener el lugar limpio, aunque unas tres personas en estos últimos meses hayan dicho lo contrario por el disgusto de ver tanto perro cerca, a pesar de que los perros siempre quedaban atados al otro lado de la quebrada o escondidos en cuartos cuando dichas personas aparecían por el lugar para juegos de béisbol (y durante cualquier juego que se llevara a cabo). Igual otras muchas personas que iban a los juegos de béisbol apreciaban a Matty y a sus perros, y felicitaban a Matty por tener el lugar tan limpio, sin olor y bien cuidado.
Luego de que hablé con Matty el viernes por la tarde, le escribí a algunas personas ya que ni Sagrario ni yo teníamos los medios para ayudarla. Sagrario y yo nos encontramos en una situación económica difícil, ya que, a pesar de que hace un tiempo tenemos buena ayuda, todavía llevamos la mayor parte del peso económico del albergue de Arraiján y de los apoyos que se le dan a algunas personas de bajos recursos del pueblo de Arraiján (excepto en lo que respecta a las esterilizaciones que se hacen con esfuerzos compartidos entre Jaime, Spay Panama y yo que pago una suma fija al final del año y del albergue nuevo que se finalizará en unos meses, que está construyendo mi madre). Así que no me quedaba de otra que recurrir a personas que sé que tienen buenos sentimientos por los perros en general (hasta ahora hemos conseguido buenas donaciones, aunque falta para completar el material de la jaula de los perros de Matty).
El e-mail que mandé se intitulaba URGENTE ¡Perritos en peligro!. No tiendo a ser alarmista, pero en este caso el título era totalmente cierto.
El señor Jaime enseguida puso manos a la obra y consiguió un camión para mudar a los perros. Todavía no habíamos recibido ayuda de nadie porque acabábamos de pedirla, pero había que hacerlo, los perros se podían ahogar así que se tenían que ir. Estaban metidos todos en el van, debajo del van, unos pocos en el cuarto de Matty, y estaba lloviendo como ha llovido últimamente, sin cesar. No siempre se inunda el lugar con las lluvias, pero pasa, y yo me temía que pasara esa noche bajo esas circunstancias en las que se encontraban los perros. Además, los perros no podían vivir todos metidos en el van o bajo el van.
Era temprano en la tarde ese viernes, y el nuevo administrador miraba la escena de los perros en el van y bajo el van, y de Bienvenido bajo la lluvia, y no opinaba al respecto, pero ya le había advertido a Matty que al salón no podían entrar (ahora pensamos que tal vez se refería a esa noche nada más, porque al día siguiente había juego), y en las gradas menos. No sabíamos a qué hora se iría, pero a la hora que se fuera, ya Matty no sentía que podía llevarlos al salón y sabía que nunca más a las gradas que de paso estaban recién pintadas. Las gradas siempre han sido el único lugar seguro para ellos en caso de inundación. Si Matty se hubiera quedado ahí con sus perros, y se hubiera ido a dormir esa noche confiando en que el lugar no se iba a inundar, se hubiera dado cuenta tarde que la quebrada se había crecido y desbordado y que los perros estaban bajo el agua. Algunos perros se hubieran ido con la corriente, otros se hubieran ahogado y sobre todo, todos hubieran sufrido del frío y fetidez de las aguas de una quebrada crecida y furiosa que trae con ella un torrente de alimañas y pestes. En esas circunstancias no le hubiera dado a Matty tiempo para sacarlos de ahí. Posiblemente aunque lo hubiera intentado, las aguas crecidas de la quebrada se convierten en un pequeño río y corren con fuerza, lo que le hubiera impedido a Matty cruzar hasta ellos para ayudarlos.
Un señor muy amablemente se ofreció a quedarse en el salón en Albrook todo el tiempo que fuera necesario, cuidando el lugar y también a la gata de Matty, hasta que Matty regresara. El señor le dijo a Matty que la quebrada se creció y el lugar se inundó. En el salón, el agua había cubierto el piso unos 20 centímetros. Para el lado del van, al otro lado de la quebrada, Matty pudo ver que las aguas subieron por encima de la base del van hasta unos 10 centímetros (muy por encima de la altura de la mayoría de los perros si la calculamos desde el piso en el que estaban, afuera del van). Matty corroboró aquello con las señales que el agua dejó a su paso. No ha sido la peor inundación que ha sufrido el lugar, porque en otras ocasiones la inundación ha sido tan grande que en el salón el agua le ha llegado a Matty casi hasta la cintura. En esas ocasiones, casi todas durante la noche, en el área donde está el van, que es más baja, el agua ha cubierto el interior del van hasta casi la mitad. Pero durante esas inundaciones Matty de antemano tenía a sus perros a salvo en las gradas o le daba tiempo de ponerlos ahí porque los tenía en el salón, o sea al lado de las gradas. Una vez se le fue uno de sus perros con la corriente, pero un árbol impidió que el perro se fuera del todo y finalmente el perro, que era grande y fuerte, pudo nadar contra la corriente a un lugar seguro.
En cuanto al nuevo administrador, hablé con él ayer porque llamó a Matty al celular y estaba muy asombrado que Matty se hubiera ido con sus perros; no entendía por qué. Según él, los perros estaban en el van y bajo el van porque Matty los había puesto ahí, y él no le había dicho que no los podía poner en el salón, pero Matty dice que sí se lo dijo. Además, él los estaba viendo en esa situación precaria y bajo la lluvia y nada dijo a Matty de que los resguardara. Según explicó el señor, la idea era que Matty se quedara con solo 15 perros y los demás me los diera a mí. Ya Matty me había contado días atrás que él le había dicho que se podía quedar con 15 perros y el resto los tenía que “desaparecer”. Tal vez para él “desaparecerlos” significaba dármelos a mí. De todas maneras, qué sabía él si yo me los podía llevar, el punto para él (órdenes recibidas por él) es que no podían quedarse. Ya en días anteriores le habían propuesto a Matty que 15 perros se quedaran en el área en una jaula que les harían del lado de la quebrada donde está el van (el área más dada a inundaciones), que la harían de un metro de altura por lo de las inundaciones, y que Matty siguiera cuidando el área con esos 15 perros y trabajando en el lugar para mantenerlo limpio. El administrador sí me aceptó que los perros más nunca podrían subir a las gradas, ni siquiera los 15 que quedaran, con lo cual le expliqué que eso de por sí era razón suficiente para que todos los perros se fueran, porque el lugar es dado a inundaciones y las gradas son el único lugar seguro en tiempos de inundación. Si no se hubieran ido el viernes por la noche, le expliqué, ya de por sí muchos, si no todos, hubieran muerto en la inundación que ocurrió.
Valga decir que una jaula del otro lado de la quebrada, con aguas que se tornan tan violentas y rápidas, tendría que ser muy fuerte y muy alta para asegurar que los 15 perros estuvieran a salvo y ni así se podría dar esa seguridad, porque las aguas golpean duro y traen troncos, bichos y basura. En una ocasión, la inundación fue tal que un congelador que estaba a unos 20 metros de la quebrada salió flotando con la corriente. También valga decir que una señora de la administración del lugar, que también llamó a Matty el sábado, y que tengo entendido por Matty que es muy buena persona, me comentó que están pensando construir un canal para que el agua de la quebrada fluya mejor, lo que será de beneficio para la gente que vaya al lugar en el futuro, y tal vez hubiera sido una protección para los 15 perros que hubieran tenido que quedarse del otro lado de la quebrada en el futuro. Sin embargo, obviamente, como plan para el futuro, no habría sido de beneficio el viernes pasado por la noche para los perros de Matty.
Algo que sí tengo claro es que la actitud del administrador se debía a que estaba haciendo su trabajo, el cual quiere y debe mantener. El sencillamente no tenía otra manera de solucionar el asunto y seguir órdenes a la vez. Realmente, de él no dependía ni tenía por qué depender esto ni a él le tocaba encontrar una solución que le sirviera a Matty.
Matty y los perros han cuidado el lugar por años y han dado un gran servicio. A cambio han recibido un techo bajo el cual estar, que ha sido vital para ellos, y la gente que iba el fin de semana a jugar, cuando iba, le pagaba $10 por día por las atenciones en el bar y por la limpieza después del juego. Pero ya la situación es otra y las circunstancias han cambiado lo mismo que los términos para que los perros sigan dando el servicio de cuidar el área. Ya los perros no tienen techo seguro y sobre todo no tienen gradas para evitar ahogarse en caso de inundación. No hay por qué adjudicar culpas aquí realmente, simplemente han cambiado las circunstancias y cada cual tiene sus razones válidas para querer lo que quiere; simplemente que a veces las razones e intereses de unos se encuentran con los de otros y chocan. Los dueños del lugar quieren mantenerlo sin perros en el salón y en las gradas y es su derecho, para eso son dueños del lugar. Tampoco es que estén claritos en su manera de actuar, porque también quieren tener un número determinado de perros que cuiden la estructura del salón y las gradas, para que no se las desvalijen por la noche, pero bajo los términos que han impuesto no iban a poder asegurar que los perros fueran a sobrevivir a las inundaciones o tuvieran calidad de vida, tema que obviamente no habían estudiado por la razón que sea. En resumen, el punto es que los dueños del lugar sí quieren a Matty ahí para que cuide y limpie, y quieren un número determinado de perros que cuiden; al parecer por ser considerados le iban a permitir 15, más de los que ellos realmente querían, y Ojitos (perrito con cáncer) tenía que ser uno de los que se fuera, eso sí. Pero con todo esto, lo único que Matty iba a lograr, si lo aceptaba, era someterse totalmente, ya no parcialmente, a las reglas de otro.
Llega un momento en que hay que cortar con una situación de raíz, porque trae más mal que bien. Eso pasó con Matty el viernes por la noche. Era el momento de cortar con una situación de vida que ya no iba a apoyar la continuación de su vida, y era quedarse en un lugar que no era de ella, en el que ella no podía decidir ni en lo básico para sí misma, y que la empujaba hacia la total incertidumbre en cuanto a la suerte que podrían correr ella y sus pichichos y en cuanto al tipo de vida que iban a llevar.
Yo no me sentía capaz de ayudarla, porque el albergue ya tiene muchos animales, y la situación de las jaulas es ya precaria. Pero aun sintiéndome como me sentía, tomé la decisión porque algo me decía que no tomarla esa noche iba a ser peor. El señor Jaime por su lado ya había conseguido el camión, y el e-mail ya había sido enviado; yo sentía que había que actuar ya, la lógica y el instinto me lo decían. El señor del camión sugirió que lo dejáramos para el día siguiente, al ver tanto perro y que estaba tomando largo rato subirlos al camión, bajo esa lluvia inclemente. Pero le mandé a decir con Jaime que no, que debía ser ya y le dije a Jaime que cualquier cosa le ofreciera un poco más por tanta molestia que realmente se le estaba causando porque de verdad que la noche estaba difícil. Hay que confiar en el instinto de uno; esa noche confié en el mío y resultó.
No todo salió bien de todas maneras. Cuando pararon un rato en la casa del señor del camión en Arraiján, se salieron tres perros. Recuperaron a los tres, pero la vieja Wendy se volvió a salir y no se dieron cuenta. Está perdida esa viejita de 11 años, que le dieron a Matty hace unos meses porque en su casa no la querían. Luego de que llegaron al albergue y pusieron a todos los perros en la jaula (casi hasta las 3AM), Jaime se fue a acompañar a Matty al bus de regreso a Albrook. Yo le había dicho a Matty que se quedara con los perros, pero ella dijo que tenía que regresar por la gata y para cumplir con ciertas obligaciones en el lugar (ella tenía las llaves de los cuartos y ese sábado había juego). Fue su decisión y ahí no me podía meter yo. Cuando Jaime regresó al albergue, a las 6AM, me llamó desesperado, que todos los perros de Matty estaban por fuera, se habían escapado de la jaula. Llamé a Matty y finalmente quedamos en irla a buscar para que regresara a recolectar perros escapados. Mientras todo esto sucedía, cada uno de los involucrados teníamos el corazón en la garganta.
Ya para cuando llegamos al albergue, Jaime y dos niños del área habían vuelto a meter a casi todos los perros en la jaula, y habían arreglado el hueco que los perros hicieron a la puerta para escapar. Dice Jaime que los perros no se fueron del área, y que cuando lo veían bravo (el hombre estaba cansado, mojado, desesperado y nervioso) se alejaban de él, pero finalmente entendieron y muchos volvieron a la jaula solos. Lo interesante es que no se fueron del área. Pichichos inteligentes.
Cuando Matty, Sagrario y yo llegamos, faltaban unos tres perros que meter en la jaula, y de esos se encargó Matty. La perrita Lulu ya no estaba por el área, ella sí se había ido y ahora está perdida.
Lulu es una perrita muy cariñosa, que siempre ha sido de escaparse por ahí. Una vez en Albrook regresó donde Matty con una profunda herida en el vientre. Entre el veterinario y Matty la pudieron salvar, pero el hueco era tan enorme que según el veterinario, algo se le había enterrado profundo como un cuchillo. Lulu nunca volvió a ser la perra gorda de antaño, pero se convirtió en una perra feliz que ya no escapaba. Aunque no estaba gorda, no estaba flaca tampoco; comía bien. Ahora ha vuelto a escapar, pero esta vez del albergue, y me sospecho que estará por ahí buscando a gente que le recuerde a su antiguo hogar, ya que Matty me ha explicado que siempre los extrañó. Al parecer, su familia no la podía tener más, no era que no la quisieran. Digo al parecer, porque realmente nunca conocí a su antigua familia. Tal vez ahora no está buscando a su familia de antes, sino a Matty que es su actual familia. Esa es una perrita que Matty ha dicho que sí la entregaría a una familia que la quisiera, porque en ese caso en particular y único, la perrita parece que ha quedado buscando.
De paso, aunque la mayoría de los perros del albergue se portó bien mientras los perros de Matty llegaban al lugar, los de la jaula de Ruffo Pepito y compañía saltaban de un lugar a otro, y la casita de la jaula se fue al piso totalmente. No le pasó nada a nadie, gracias a Dios, pero ahora hay que reconstruirla, no sé cómo porque no tenemos los medios, pero hay que hacerlo. En efecto, hay que reconstruir todas las casitas, porque la lluvia y el tiempo las han corroído. Ayer fue un día de inundaciones y deslizamientos en las carreteras de Panamá, una vía de una carretera nueva se fue al precipicio, parece que fue un día de destrucción. Pues así mismo se cayó la casita de los perros. Que yo sepa, en la carretera tampoco le pasó nada a nadie, gracias a Dios.
Además, Ojitos se murió ayer, por su enfermedad. Ojitos era un perrito que alguien le dio a Matty en enero de este año, porque estaba enfermo y en su casa no lo querían. Le salió un cáncer en la cara y nuestro veterinario confirmó desde un principio que no había nada que hacer. Sin embargo, desde enero hasta ahora, Ojitos siempre supo que Matty lo quería y disfrutó de toda clase de consentimientos. El caminaba y corría, actuaba normal, sólo que tenía el cáncer. En estas últimas semanas, alguien le estaba regalando pollo a Matty y Ojitos disfrutó de su menú especial con pollo añadido. Todo el pollo que quería era para él. Se la pasaba detrás de Matty pidiendo consentimiento, y siempre lo recibió a manos llenas. Ojitos era un poco cascarrabias y con sus ladridos y regaños hacía que los demás “respetaran” su situación de venerable anciano. Sus amigos perritos lo acompañaban mucho y en verdad que respetaban su condición de anciano con derechos. Ayer en su único día en el albergue, Ojitos durmió todo el día. Ya llevaba unos días en que dormía todo el día, y por la noche se animaba y comía bien, y estaba con Matty. Ya en estos dos últimos días sí había dejado de comer, y sólo dormía. En la tarde de ayer, de pronto lo vi que despertó y salió de la jaula y orinó. Matty estaba dormida porque no lo había hecho durante la noche. Le dije, “Matty ahí está Ojitos”. Ojitos respiró profundamente tres veces y llamé al doctor para decirle que Ojitos estaba mal y posiblemente muriendo. Ojitos se recostó y mientras el doctor nos decía qué hacer me pareció que Ojitos se había muerto. Matty lo tocaba en esos momentos y dijo que no, que estaba respirando. Pero fue en vano, al ratito murió, sin decir nada, sin hacer nada, simplemente se durmió del todo. Matty no lloró, dijo que quedaba tranquila. La verdad es que tenía todas las razones del mundo para quedar tranquila. Ojitos recibió de ella todo el amor que merecía, y se ha ido de este mundo luego de disfrutar de todo ese amor y atención, que tal vez no hubiera vivido en otra parte. Ya era un perrito viejo, aunque si no hubiera sido por el cáncer hubiera podido vivir unos dos años más, digo yo. Nuestra esperanza era ayudarlo con el Té Essiac, pero por razones económicas comenzamos a dárselo muy tarde. O tal vez, ya le tocaba. Lo que sí sé es que es un espíritu agradecido con Matty y con todos los que lo quisieron.
Por otro lado, los perritos de Matty no saben qué pasa, pero ya se acostumbrarán. Están vivos y no se fueron con el agua crecida de la quebrada. Eso da la oportunidad para ayudarlos a continuar con su vida.
Hablando de Matty, luego de que Ojitos murió me dijo que a ella lo que más le gustaba era poder ayudar a animalitos enfermos o viejos que necesitaban ese apoyo. Le gusta cuidarlos y darles amor. Lo disfruta, no porque disfrute la enfermedad, sino porque disfruta llenando la vida de esos animalitos de amor y respeto, sabiendo que tal vez en otras circunstancias ellos no recibirían lo que ella les da. Me ha dicho también, en otra ocasión, que siempre ha soñado con tener un hogar de ancianos (humanos). Es que dentro de Matty está esa energía de amor por los más necesitados. Lo disfruta, lo que significa que esa energía vive en ella.
Y este es el punto. Cada cual tiene una energía positiva dentro de sí que lo guía por un camino que lo hace feliz. No todos tenemos las mismas predisposiciones en cuanto al camino que elegimos seguir, ni tenemos por qué tenerlas ni por qué esperar que otros caminen la misma ruta que hemos elegido y que nos place. Basta con que sigamos nuestra propia ruta, y que si decidimos meternos en la ruta de alguien más sea para apoyarlos en el camino, y no para tirarles piedras que les haga ese camino más difícil. Matty me dice que muchas personas pensarán que ella es una vieja loca llena de perros, pero ella prefiere que piensen eso de ella a dejar de hacer lo que hace. Es cierto que Matty tiene que superar la idea de que otros piensen de ella así, pero el punto es que Matty hace lo que le nace y aunque por ahora no puede hacerlo sola en lo que respecta a la parte económica, lo que hace lo hace bien y es de beneficio para los perros abandonados o enfermos que se cruzan en su camino. Yo reconozco en ella ese valor, y desearía que Matty además pudiera conseguir los medios para hacer de su vida lo que quiere sin circunstancias limitantes a su alrededor. Ayer pensaba yo que Matty podría poner una casa para animalitos enfermos que la gente ya no pueda o quiera cuidar. Para ella no sería sino un placer atenderlos y hacerlos suyos. Vivirían sus últimos días con alguien que no los ve como un peso sino como un hijo. Así como pasó con Ojitos, y con el viejito Pinky que vivió sus últimos meses atendido y amado por Matty (luego de un año de abandono total en la calle, cuando se murieron sus padres humanos), y con la viejita Wendy que desafortunadamente ahora está perdida.
Claro que Matty agarraría a cualquier perro o gato o tortuga o hurón, o pollo (etc.) que la necesitara, y si nadie pudiera o quisiera pagar por el cuidado aun así los cuidaría. Así que lo que habría que hacer es ver de qué manera Matty puede seguir su camino y obtener o crear los medios que le permitan seguirlo haciendo con comodidad. Porque de nada vale que tenga el deseo de hacerlo, si no tiene los medios necesarios. A pesar de eso, lo más importante, el principio, el punto de despegue, es que tiene el deseo de hacerlo.
Ya Jaime me dijo de una casa que están vendiendo barata, con un terreno amplio donde Matty podría vivir con sus pichichos. Para mí la casa ya es de Matty. No puedo tenderle la mano ahora mismo para comprarla, pero de alguna manera es de ella. Matty estaba emocionada con la idea. Podría seguir con sus perros al lado, y simplemente hacer lo que bien hace, y aun más de la misma o diversa naturaleza.
Que aparezcan Wendy y Lulu.
Que Matty pueda tener su propio hogar con sus pichichos.
Que Matty logre su estabilidad económica.
Que Matty siga para adelante con lo que bien hace y la hace feliz.
domingo, 30 de noviembre de 2008
Y el título del e-mail era "URGENTE ¡Perritos en peligro!"
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